Nuestra compañera del Grupo de Reiki y Meditación, Nuria P., nos ofrece unas líneas de esta novela de Antonio Gala:
«Resucitar no es imprescindible para quienes, por sus actos, aún viven en la memoria de sus agradecidos; es la mejor manera de inmortalidad que reconozco. Quizá la vida no se extingue jamás, sino que se transforma, irisada y ubicua. Y no porque triunfe de la muerte, sino porque lo invade todo, y todo es uno u otro aspecto de la vida mientras viene la muerte y la muerte también. Pero el hombre, que no entiende casi nada más que su propia vida (y eso apenas), a lo único que aspira es a resucitar para volver a ella. Cuánta es su pequeñez y, sin embargo, qué ansia de perdurar. De perdurar él mismo, siendo él mismo, en vez de confundirse con la naturaleza, que es la gran madre que no da explicaciones, porque, aunque las diera, resultaría inexplicable. Ella es el manantial y ella es el mar. No es cruel, ni piadosa. No se rige por nuestros cicateros e inminentes niveles. Cada oleada suya trae a unos seres y se lleva a otros. No es que se mueva la vida: la vida sigue inmóvil, cercada de fronteras misteriosas que lindan con la muerte. Nosotros entramos o salimos a ella o de ella, es decir, «estamos», mientras que ella «es»«.
Nuria, con su mente abierta a las Enseñanzas, ha visto similitudes con el Ciclo de la Existencia que desarrollamos en los Encuentros de Meditación; y, sin duda, las tiene.
¡Gracias, Nuria! – Namasté.
Estoy encantada de compartirlo con todos vosotros.
Buen verano.