
Hoy, 22 de mayo de 2019, nos ha dejado Eduard Punset lo que supone una pérdida irreparable para todos porque es, perdón, era, parangón de humanidad y sensibilidad, un hombre firmemente comprometido con el verdadero bienestar de la humanidad tal cual es difundir el conocimiento; pocos son capaces de hacerlo como él lo hacía.
Descubrí a Eduard cuando estudiaba Dirección de Empresas en ICADE allá por el año 1980 en una España fuertemente golpeada por una crisis económica, social y política producto de una transición (la Transición) cuya solución nadie se aventuraba a pronosticar debido a su complejidad. Entonces cayó en mis manos (muchas veces los libros nos encuentran a nosotros y no al contrario) un libro escrito por Eduard que me ayudó mucho a comprender ciertos mecanismos de la crisis; “La salida de la crisis” (Editorial Argos Vergara)
Hace veinte años mi vida cambió de rumbo de forma intensa dando un giro copernicano a mi actividad profesional y de crecimiento personal. Desde entonces Eduard me dio la mano con su actividad como divulgador científico a través del programa Redes para la ciencia incluida la revista que, ciertamente, no tuvo un gran recorrido.
Durante los últimos veinte años Eduard me ha guiado en muchos e importantes aspectos de mi vida, profesional y de crecimiento interior y, fruto de ello, he podido compartir (siempre compartir) con mis alumnos y compañeros de Reiki y Meditación preciosa información que siempre es transformadora. La semana pasada, sin ir más lejos, vimos y analizamos en el curso de Terapeutas de Reiki la entrevista que le hizo a Matthieu Ricard, biólogo molecular y monje budista, en la que se habló con detalle de la Meditación y la naturaleza compasiva del ser humano.
No estoy triste porque comprendo el flujo de energía que somos; nada se crea, nada desaparece; todo se transforma. Y su energía está ahí. Ojalá que haya podido tener un bien morir y que la disolución de sus conciencias le haya hecho ir al bardo del devenir de forma armoniosa; no estoy triste, Eduard, pero te echaré de menos, viejo.
Hasta siempre, con gratitud e inmenso amor.